Crónica del balneario (I). La tarjeta postal ilustrada: medio de comunicación y documento visual de la época

Texto e imágenes: Josep Sánchez Ferrer

Esta serie de artículos que se inician en Tribuna Termal, agrupados de forma temática, pretenden una crónica amena de la vida balnearia de nuestro país en sus mejores épocas, a través del rico testimonio gráfico de las antiguas tarjetas postales ilustradas. Proceden todas ellas de la colección particular del arquitecto e historiador Josep Sánchez Ferré, una de  las más importantes por su extensión y alcance.

El material que se muestra es parte integrante de la colección temática que con el tema Balnearios ha recogido durante más de 30 años por todo el país. Compuesta por una colección de mas de 5.000 tarjetas postales, 2.000 documentos (entre folletos, guías,  impresos y catálogos) y más de 300 monografías y libros publicadas sobre balnearios.Los temas habituales tratados en las series de tarjetas postales ilustradas, nos ofrecen un hilo conductor con el que explicar la pequeña historia balnearia de nuestro país. Una decena de artículos monográficos acompañados de abundante material fotográfico del que se muestra un avance en este número.

En estos tiempos que estamos viviendo la aparición y la adopción de los nuevos medios de comunicación entre personas, es interesante apuntar que los más de 100 años de vida de las tarjetas postales ilustradas en España nacen precisamente como medio rápido y sencillo de comunicación escrita y visual, sistema hasta entonces desconocido.

Este largo período ha permitido disponer de un excelente material gráfico e iconográfico, fotografiado y editado por los mejores profesionales de la época y recogido por coleccionistas, historiadores, estudiosos o comerciantes, la mayoría con un extraordinario valor documental a veces único.

La tarjeta postal fotográfica fue en España, desde finales del siglo XIX y durante las dos primeras décadas del XX, el único medio al alcance del gran público capaz de transmitir la imagen de los paisajes, las ciudades y los pueblos de nuestro territorio.

Es, considerado por muchos, el período de esplendor de la tarjeta postal en nuestro país. La explicación a este fenómeno social se encuentra, de una parte, en la facilidad de manejo, rapidez y bajo coste del sistema y de otra, en el despertar del coleccionismo y la moda de una época.

El auge de la tarjeta postal ilustrada se produce en un momento en que la prensa diaria no contiene fotografías de los lugares a los que alude, las revistas ilustradas son raras y caras; los libros y álbumes con reportajes fotográficos de carácter geográfico, un lujo al alcance de muy pocos; el cine, mudo e inspirado en la estética del  teatro, es todavía un espectáculo recién salido de la barraca de feria. La postal se convierte en un medio al alcance de las clases populares que les permite conocer la imagen del mundo y, en el caso de los viajeros, dejar constancia de su paso por él.

Será también en esas primeras décadas del siglo XX, cuando se sientan las bases en lo que se refiere a contenido y estilo de la postal, y partiendo de un negativo en blanco y negro, se experimenta con el tono y el color mediante el procedimiento de cromolitografía o bien mediante el coloreado a mano de las tarjetas o la extensión del formato al doble de lo habitual para vistas panorámicas.

Las innovaciones a lo largo de estos más de cincuenta años vienen motivadas por los avances técnicos en los campos de la impresión y el desarrollo de la fotografía, mejorando cualitativamente el resultado final de la imagen sobre el soporte postal. Entre estos avances, cabe destacar la impresión directa a partir del negativo original en papel fotográfico, hasta llegar a las modernas impresiones a todo color y en relieve.

El “entero postal” y la tarjeta postal ilustrada.

Desde su nacimiento en 1865 en Austria (1), el uso de las tarjetas postales se extiende por todos los países europeos y Estados Unidos. Las primeras tarjetas postales oficiales emitidas por el estado y denominadas “entero postal” (o sea con el sello impreso en el anverso y entonces sin ningún tipo de ilustración) se editarán en 1869 en el entonces imperio Austrohúngaro, su forma era rectangular con unas dimensiones de 12,2 x 8,5 centímetros. Se presentaba en impresión negra sobre un cartón de color crema. En su anverso, un marco de doble orla que contiene en el centro de la parte superior un arco con la inscripción “Correspondez-Karte”; completan la descripción del anverso tres líneas reservadas a la dirección del destinatario.

En España, en 1871 el Ministerio de Gobernación instó al Ministerio de Hacienda para que se adoptaran las disposiciones necesarias para que la Fabrica Nacional del Sello (2) procediera a la confección de tarjetas postales. No obstante no fue hasta 1873 cuando se imprimió la primera tarjeta postal española (3) por la Fabrica del Sello.

Modelo de la primera tarjeta postal  o entero postal impreso es España, en 1873. El grabado en litografía azul y negra fue realizado por el artista Joaquín Pi y Margall (1810-1891). (Catálogo de las primeras tarjetas postales. M. Carrasco. 1992).

Durante la década de los 70 los impresores privados, sobre todo alemanes, franceses y estadounidenses, logran que sus gobiernos liberalicen esta actividad y la tarjeta postal privada triunfa ampliamente sobre la oficial. Los avances de las técnicas de impresión y de la fotografía propiciarán la aparición de la ilustración en el anverso de la tarjeta que caracterizará la tarjeta postal ilustrada. La guerra franco-prusiana primero y las Exposiciones Internacionales de finales de siglo después, llevarán a su desarrollo en centro Europa en los años 80 del siglo XIX. La tarjeta postal ilustrada no lleva, a diferencia del entero postal, el sello impreso. 

En España estuvo prohibida la emisión de tarjetas postales por particulares desde 1873 hasta 1887. No será pues, hasta 1887 que la Dirección General de Correos autorice la circulación de tarjetas postales ilustradas siempre que su tamaño no exceda de los 14 cm. de largo por 9 cm. de ancho y que estuvieran tiradas en cartulina de calidad para su fácil manipulación por los empleados de Correos.

Al amparo de esta normativa empezarán a editarse en España las primeras tarjetas postales privadas de carácter comercial y poco después las tarjetas postales ilustradas con imágenes o grabados. Se denominará anverso la cara de la cartulina que lleva impresa la imagen y el reverso de la tarjeta estará destinado al franqueo y la dirección.

Se puede establecer una primera clasificación de las tarjetas postales ilustradas españolas en función de las fechas en que fueron editadas.

1890-1896. Se conocen muy pocos ejemplares de postales de este corto período. Según Martín Carrasco la postal más antigua de España fue impresa por Hauser y Menet que reproduce cuatro vistas de Madrid y circuló de Madrid a Barcelona el 21 de octubre de 1892.

Posiblemente la primera tarjeta postal editada en España por Hauser Y Menet en 1892.
Circuló hasta 1897. (Catálogo de las primeras tarjetas postales. M. Carrasco. 1992)

1897-1900: Hacia 1896 la empresa Hauser y Menet (4) realiza una serie de postales que se pueden considerar la primera serie de carácter general que esta editorial iniciara en 1897. Durante este periodo se editarán 690 postales que reproducen vistas de ciudades (Madrid, Barcelona, Santander, Cádiz, Málaga, San Sebastián), monumentos (La Alhambra, El Escorial), toros y toreros, reproducciones de pintura (Velázquez, Murillo), poblaciones de interés (Santiago de Compostela, Ciudad Rodrigo, Toledo, Segovia), balnearios, etc. Temas que se irán repitiendo con pequeñas variaciones a lo largo de su vida editorial.

1901-1905: Por la cantidad y calidad de postales editadas en esta época algunos autores la denominan la edad de oro de la tarjeta postal (5). En el inicio de esta época la producción de postales superó la producción de sellos de correos y se cierra con la adopción de una importante modificación en las mismas: la división del reverso de la tarjeta postal.

La casa Hauser y Menet completó en 1905 su serie general, que finalizaba en el número 2.078 según la catalogación realizada por Martín Carrasco (6).

La tarjeta postal ilustrada pasó de ser un medio de comunicación postal a un vehículo cultural que permitía dar a conocer ciudades, pueblos, paisajes y costumbres. A partir de entonces en España se difunde el coleccionismo de tarjetas postales, creciendo su envío. La aparición de nuevas editoriales e imprentas con nuevas series favoreció su rápida difusión.

1906-1918: A partir de esta época se adopta una importante modificación en las mismas: la división del reverso de la tarjeta postal. Reservándose el lado izquierdo para la escritura y el derecho para la dirección, hace que la ilustración de la postal no se dañe, apreciándose mejor al ocupar todo el espacio. Esta medida es recogida en 1905 por la Unión Postal Universal y generalizada a todos los países, entre ellos España.

Durante los primeros años de este periodo se siguieron imprimiendo multitud de tarjetas postales que reproducían nuevas vistas de ciudades y pueblos de España. El editor catalán Ángel Toldrà Viazo (ATV) amplió hasta 4.500 su serie general que había comenzado en 1905 (7).

En esa época la fototipia catalana Thomas, la madrileña Castañeira y Álvarez, la librería general de Bilbao y ediciones Guillén de Valladolid entre otras, pusieron en el mercado series de gran calidad e interés.

1918-1936: Destaca en este periodo la aparición de las primeras tarjetas postales editadas en papel fotográfico. Durante estos años hasta la proclamación de la Republica, en toda Europa y también en España empezará a descender la edición de tarjetas postales y disminuirá también su interés por coleccionarlas.

1936-1939: Se editan numerosas tarjetas postales de propaganda política y militar. En mayor cantidad en la zona republicana, donde sindicatos y partidos políticos editaron sus propias postales que contenían carteles y diseños gráficos de gran calidad elaboradas por los departamentos de propaganda con la finalidad de distribuirlas gratuitamente entre los combatientes. Las tarjetas de la zona nacional tuvieron menor difusión al no contar con los talleres gráficos más importantes situados en Madrid, Barcelona o Valencia.  Aún así se editaron series dedicadas a la Falange, a militares del Ejército y a la difusión de imágenes religiosas y temas patrióticos entre otras.

1940-1960: A mediados de los años 40 empiezan a imprimirse de forma regular postales fotográficas en blanco y negro. Un sistema que permitía tiradas más cortas o su coloreado con anilinas. La editorial catalana Zercovich, la aragonesa de Luis García Garrabella o Arribas, serán las que más tarde iniciarán las ediciones de tarjetas postales en color que sobre todo reproducirán los pueblos y ciudades de la costa coincidiendo con el “boom” turístico que se vive en los años sesenta.

En la década de los ochenta la postal ilustrada deja de ser una forma de comunicación habitual, pasando a ser un objeto de coleccionista en un mundo en el que las nuevas tecnologías han revolucionado las pautas de comunicación.

Interés de la tarjeta postal: coleccionistas e historiadores.

A mediados de los años sesenta del pasado siglo se despierta con fuerza el interés por el coleccionismo de las tarjetas postales antiguas. Aparece primero en Francia, Alemania y Gran Bretaña y algo mas tarde en España. La tarjeta postal es hoy objeto de múltiples colecciones en base local o regional y también temática (ferrocarril, toros, artistas, edificios, monumentos, militares, deportes, desnudos, etc.) y fuente también de un activo comercio presente en tiendas especializadas, subastas o manifestaciones periódicas.

Pero la tarjeta postal ilustrada se ha convertido también en el soporte de estudios de inventariado del patrimonio arquitectónico, etnográfico, fotográfico, etc. de nuestro país. La tarjeta postal se convierte pues en una fuente icnográfica esencial, por no decir única, para conocer determinados paisajes urbanos, edificios, monumentos o jardines de los que si no fuera por la postal ilustrada sería imposible disponer de imágenes fotográficas.

En estos últimos años se han publicado valiosos catálogos de producción cartófila que recogen de forma sistemática los fondos de diversas colecciones y que representan un apreciable instrumento de trabajo tanto para el estudioso o coleccionista como para el historiador. Son buena muestra de ello las publicaciones de catálogos especializados de Martín Carrasco, Ernesto Boix, Carlos Teixidor, etc. entre otros.

NOTAS:

(1) La idea de la introducción de la tarjeta postal se atribuye al Consejero de Estado de Prusia, Heinrich von Stephan y a Emmanuel Herman, profesor de Economía Nacional, cuando publican un informe sobre las ventajas para el Tesoro Público que supondría la adopción de hojas postales para comunicaciones no reservadas con una limitación de 20 palabras con un franqueo reducido.

(2) Fabrica del Sello que a partir de 1893 se conocerá como Fabrica Nacional de Moneda y Timbre. Resultado de la fusión de la Casa de la Moneda y la Fábrica del Sello.

(3) El valor de esta tarjeta era de 5 cts. de peseta y circuló hasta diciembre de 1875.

(4) La empresa de artes graficas de los impresores suizos Adolf Menet y Oscar Hause,r además de ser la pionera en la edición de postales ilustradas esta considerada como la editorial más importante de España tanto por calidad como por cantidad. Cerró en 1979.

(5)  Carlos Teixidor: La tarjeta postal en España 1892-1915. Madrid. Espasa Calpe. 1999.

(6) Martin Carrasco Marques: Catálogo de las primeras tarjetas postales en España impresas por Hauser y Menet 1892-1905. Madrid. 1992. Casa Postal

(7)Ernesto Boix Felip: Catàleg de les targetes postals de Barcelona ATV (Àngel Toldrà Viazo). Sabadell – Barcelona. Editorial AUSA. Ajuntament de Barcelona. 2003.

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